La sociología del activismo internacional ha dedicado frecuentemente su atención al tema de los derechos humanos con el propósito de mostrar “el poder de las ideas” a la hora de producir políticas públicas: según esta perspectiva, la exitosa institucionalización de los principios de los derechos humanos bajo la administración Carter forzó al gobierno de Reagan a ajustar sus políticas a principios que no podía ignorar o utilizar con fines puramente instrumentales. Este trabajo asume que estas perspectivas ignoran el carácter conflictivo y controversial de los conceptos político-legales y el hecho de que su propia definición está en juego en las luchas entre grupos de actores políticos que compiten entre sí por el uso de los mismos a la hora de legitimar sus propios cursos de acción. A través de un mapeo del espacio de producción del discurso sobre los derechos humanos entre fines de la década de los años 70 y comienzos de los 80, este artículo muestra que el concepto derechos humanos ha sido construido según dos principios distintos, cada uno de los cuales se corresponde con grupos sociales e intereses políticos específicos: uno de ellos funda los derechos humanos en el campo del derecho internacional y es promovido esencialmente por abogados o activistas vinculados con organizaciones internacionales; y el otro hace del concepto derechos humanos un término básicamente anti-jurídico y fundamentalmente vinculado a la promoción de la democracia y es elaborado por funcionarios neoconservadores.